sábado, abril 01, 2006

Toda experiencia es mística - 28 del mes leopardo de 2006

Toda experiencia es mística - 28 del mes leopardo de 2006


La apelación a la experiencia siempre es, en última instancia, apelación a la mística, a lo instransferible y particular. Así como los santos y beatos que recibían revelaciones de las cuales no pueden darnos otra idea más que ‘lo sé porque lo he sentido’, quien intente poner en palabras un orgasmo –para decirlo de algún modo– se encontrará con la misma limitación. Se apela entonces a la experiencia cuando no hay palabras: ‘eso tendrás que experimentarlo tú, nada más puedo decirte de ello’. Angela de Foligno, mística (o sea dedicada a la vida contemplativa y a la oración), se había impuesto como tarea beber el agua con que lavaba a los leprosos, y con la misma efusión 300 años más tarde Margarita María Alacoque comía con unción mierda de un enfermo. Hubo que esperar un poco más para que el Marqués de Sade hiciera de esas bendiciones parte de su búsqueda del placer absoluto. Y, como Lacan lo hace ver, no es lo mismo atragantarse con la piel de un leproso al beber su agua que tomar el esperma de un jugador de rugby: la diferencia es que en el orden religioso el erotismo queda velado, y en Sade es cuestionado hasta disolverlo.