sábado, abril 01, 2006

25 del mes leopardo de 2006




Esperanzado, no alcanzo a ver en qué entresijos de lo actual se prefigura lo que viene. No es que sea muy optimista respecto a nuestro futuro, que más bien imagino a la manera de Orwell, o de Huxley, o incluso del Gibson en la saga neuromántica (quizás me explaye otros días sobre esto). La ilusión insensata del marxismo en el declive revolucionario de las cosas, con sus vertientes vanguardista y acomodaticia, no hizo más que ocultar el filo cortante de sus proposiciones verdaderamente subversivas: su teoría de la plusvalía; del desarrollo (tal vez debiéramos encontrar otra palabra para esto) de la historia como lucha entre intereses llamados de clase, o sea la determinación económica, su materialismo histórico. Nos queda de esa gesta el merchandising, el culto a la obra, las consignas vaciadas por su eterna e idéntica repetición, la memoria ya un poco deslucida de sus gloriosos pensadores pasados.

Al capitalismo, lo sabemos, las cosas del amor lo tienen sin cuidado. Fomenta pasiones, emociones, sentimentalismos… pero no sentimientos. Esa pasión por la ignorancia, esa manipulación del terror a escala global, ese cultivamiento de la angustia…

Apartados la pasión, la emoción, el sentimentalismo, ¿qué sería el amor?